lunes, 9 de enero de 2012

TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (XIV)

Me quedé en el umbral de la cocina con la boca abierta sin poder articular palabra, paseando la mirada de Blanca a Mario y viceversa, cuando Blanca rompió el hielo con una gran sonrisa y un amable -buenos días Lucia, ¿te apetecen unas tostadas para desayunar?-, lo que hizo que recobrará la compostura y contestase –sí, muchas gracias- y entonces le dijo a Mario, que ya que se estaba haciendo unas tostadas para él, que si no le importaba hacer unas para mí. 
A Blanca no le sorprendió lo más mínimo el verme entrar en la cocina un sábado tan temprano, dio por hecho que había pasado la noche con Pedro, pero Mario no, Mario no podía creer que estuviera allí, delante de él, con la camisa del pijama de Pedro puesta. No podía hacerse a la idea que había pasado la noche con Pedro y, al principio, nada más verme, puso cara de auténtica sorpresa para luego pasar a poner cara de pocos amigos, pero enseguida tuvo que cambiarla por una más amable y sonriente cuando Blanca le pidió que me hiciera unas tostadas y contestase –en absoluto cariño-. 
Mario me hizo las tostadas y me las acercó a la mesa sin dirigirme la palabra y como nadie decía nada, decidí romper el hielo preguntándoles por qué habían adelantado la vuelta. 
L: Habéis vuelto antes de lo previsto 
B: Sí, hemos traído 1 hora de adelanto 
L: No, me refiero que habéis vuelto 5 días antes. 
M: No, teníamos la vuelta prevista para hoy, ¿por qué lo dices? 
L: Porque Pedro me dijo anoche que volvíais el miércoles 12. 
B: Pues no sé porque te diría eso, sabía de sobra que volvíamos hoy, de hecho nos dijo que no iba a poder ir a recogernos y por eso hemos pedido el servicio de limusina de la compañía. 
M: Bueno, eso da igual, ya estamos aquí que es lo importante. 
L: Sí, claro, si no tiene importancia, la verdad es que a mí personalmente me da igual que hayáis venido hoy o que lo hubierais hecho el miércoles. 
B: Entonces dejémoslo así. 
En esto que aparece Pedro por la puerta de la cocina con un albornoz puesto y con la cabeza totalmente húmeda. 
P: Buenos días, veo que ya habéis llegado. ¿Ha llegado el vuelo antes? 
Y se acerca a su madre a darle un beso en la mejilla. 
B: Buenos días cariño, sí, hemos llegado con 1 hora de adelanto, traíamos viento de cola. 
Y a continuación se acerca a su padre y también le da un beso en la mejilla. 
M: Buenos días Pedro, me alegro de verte. 
Y finalmente se dirige a mí, me da los buenos días y acerca su cara a la mía para darme un beso en los labios e instintivamente giro la cabeza en dirección a Mario y dejo que me bese en la mejilla. 
P: Buenos días Lucia. 
L: Buenos días Pedro. 
Pedro se acercó de nuevo a su padre y se sirvió un café y allí estábamos los cuatro mirándonos unos a otros sin saber que decirnos hasta que Pedro rompió el hielo: 
P: Bueno ¿qué tal han ido las operaciones y las conferencias con los americanos? 
M: Estupendamente, una de las operaciones salió mejor aún de lo que pensaba y pudimos salvarle un ojo a una niña de 6 añitos. 
P: ¡Bien por mi padre! 
B: Estuvo bien pero lo mejor ha sido cuando se han acabado y hemos podido disfrutar de unos días libres juntitos, sin que nadie nos molestará. Hacía años que no pasábamos unos días libres los dos solos. 
Blanca se levantó y se acercó a Mario y mientras le daba un cachete en el culo y se lo apretaba le decía… 
B: Y han sido espectaculares, tu padre se ha portado como nunca, ¿verdad cariño? 
Al oír eso casi salto como un resorte en mi asiento y al mismo tiempo que Mario me atravesaba con la mirada, decía… 
M: Sí mi vida, han sido estupendos 
…y la daba un beso en los labios. En ese momento ya no pude más, me levanté de la silla, me disculpé y me fui corriendo a la habitación de Pedro, me cambié ropa y me fui para como una bala para mi casa con los ojos llenos de lágrimas. Cuando llegué a mi casa tuve suerte, no había nadie y me subí a mi habitación, me tiré encima de la cama y me puse a llorar. Eran lágrimas de rabia, de impotencia, de dolor al ver a Mario besando a su mujer delante de mí para hacerme sufrir por haber pasado la noche con Pedro. Lloré durante un buen rato hasta que me desahogué y me quedé dormida.

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