Eran más de las 12 de la noche cuando entramos en el hotel y Mario fue a recepción a por la llave de la habitación. Cuando la tuvo nos metimos en el ascensor y no pude aguantar más y me tiré a su cuello y empezamos a besarnos fogosamente y a quitarnos los abrigos. Continué desabrochándole la camisa y él subiéndome el vestido buscando algo más, pero enseguida tuvimos que parar porque habíamos llegado a nuestro piso, el 6º. Recogimos los abrigos del suelo y salimos del ascensor para dirigirnos a nuestra habitación, la nº 69.
Llegamos a la puerta y le cojo la tarjeta para abrir yo, pero antes de hacerlo le miro a los ojos y le digo:
L: ¿No quieres pensártelo de nuevo?
M: Ya está todo bien pensado
L: ¿De verdad? aún estas a tiempo de echarte para atrás, piensa en tu mujer.
M: La quiero y no quiero perderla, pero me he dado cuenta que a ti también te quiero y tampoco quiero perderte.
L: ¿Estas completamente seguro de lo que vas a hacer?
M: Sí, ¿por qué lo dices?
L: Porque ya no hay marcha atrás, esto ha sido preparado con premeditación y alevosía, no fue algo que surgió como la otra vez, es decir, que esto sí que está considerado como una infidelidad en toda regla.
M: Yo estoy completamente seguro de lo que quiero, pero ¿y tú?