
domingo, 24 de julio de 2011
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TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (XIII)

viernes, 25 de febrero de 2011
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TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (XII)
Fueron pasando los días y finalmente llegó Febrero y con él llegaron los exámenes parciales y me di cuenta que no me estaban saliendo nada mal, que podía sacar buenas notas. Pensé que tal vez el no haber estado con Mario me habría venido bien con los exámenes pero estaba cada día más y más triste y eso preocupaba a mis padres, sobre todo a mi madre que nunca me había visto estudiar con tanto ahínco ni estar tan triste, pero no me preguntó nada, pensó que era algo pasajero que ya se me pasaría y por un lado tenía razón, porque esa tristeza se iría en el mismo instante que hablase o viese a Mario.
Estaba tan absorta en los estudios y en no pensar en Mario que ni me acordé que el 24 de Enero había sido el cumpleaños de Pedro y que ni siquiera le había llamado para felicitarle, así que decidí ir a la casa de Mario para que alguien del servicio me diera su nuevo número de teléfono. Cuando iba por la mitad del camino caí en la cuenta que era viernes por la tarde y que tal vez no hubiera nadie y estuve a punto de darme la vuelta, pero me dije que no perdía nada por ir a ver. Llegué a la puerta de la verja y estaba abierta, lo que significaba que alguien había, pase y llegue hasta la puerta de entrada de la casa, llame al timbre, esperé unos instante y como no abría nadie me di la vuelta y cuando estaba llegando a la puerta de la verja oí como se abría la puerta de la casa y me llamaban.
P: ¡Lucia!
Me imaginaba una y otra vez el momento en el que estuviéramos juntos cuando volviera de Estados Unidos. Sería algo especial, habrían pasado muchos días sin vernos y me lo imaginaba como la primera vez, una cena en un buen restaurante y luego mucha pasión a solas en la habitación de un hotel o, porque no, en la clínica, me daba igual dónde fuese siempre y cuando él estuviera conmigo. Me lo imaginaba sentado en la cama con unos pantalones negros y una camisa blanca abierta completamente mostrándome su pecho y dejándome ver la matita de bello que le crecía entre los pezones, justo en el centro del pecho, de su musculado pecho. Me encantaba acariciarle por todo el cuerpo siguiendo la curvatura de sus músculos.
Allí estaba él, sentado en la cama y yo de pie frente a él. Habíamos puesto un poco de música y en esos instantes sonaba la canción de George Michael “Careless whispers” y siguiendo el ritmo lento de la música comencé a moverme y a desnudarme al mismo tiempo.
Cuando me desperté eran casi las 10 de la mañana, me levanté procurando no despertar a Pedro y fui hacia el guardarropa a por mi abrigo y cuando iba a salir por la puerta oí como Mario me llamaba y:
M: Lucia
L: ¿Dime?
M: ¿Ya te vas?
L: Sí, creo que ya es hora de irme a mi casa
M: Y ¿te ibas sin despedirte de mí?
L: Pensé que estabas durmiendo
M: No he podido pegar ojo
L: ¿Por qué?
M: Porque no podía quitarme de la cabeza la idea de que te iba a perder
L: ¿Por qué crees que vas a perderme?
M: Porque te he visto en brazos de Pedro, durmiendo, sonriente y solo podía pensar que ibas a volver con él
L: Ja, ja, ja. No debes preocuparte por eso, aunque todavía siento algo por él, han sido muchos años juntos, ahora solo te quiero a ti y solo quiero estar contigo
L: Ja, ja, ja. No debes preocuparte por eso, aunque todavía siento algo por él, han sido muchos años juntos, ahora solo te quiero a ti y solo quiero estar contigo
M: ¿Entonces?
L: Nos quedamos dormidos hablando, nada más que eso
M: Esta bien, no volveré a pensar en ello. De todas formas, no te vayas aún, quédate a desayunar conmigo.
L: ¿No molestaré?
L: ¿No molestaré?
M: Para nada
L: ¿Seguro?
M: Que no, pesada, quédate a desayunar
L: Vale, ¿me vas a hacer tú el desayuno?
M: Si así lo desea mi princesa
L: Sí, me encantaría
M: Sus deseos son órdenes para mí
jueves, 24 de febrero de 2011
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TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (IX)
Nos vestimos, pero como habíamos sudado tanto no podíamos volver a la fiesta así, así que sin que nadie nos oyese nos introdujimos en la casa por el sótano y nos fuimos a un baño que había en él y allí había una gran bañera, la llenamos de agua caliente y nos metimos los dos juntos en ella para lavarnos un poco pero el agua caliente en vez de tranquilizarnos y relajarnos, lo que hizo fue excitarnos más y acabamos haciendo de nuevo el amor.
Esta vez fue Mario el que se puso debajo y yo me subí encima de él dándole la espalda y nada más subirme introduje su erecta polla hasta el fondo de mi vagina y allí la dejé, saboreando el momento mientras apretaba con los músculos de mi vagina su polla y le hacía llegar al borde del orgasmo pero sin dejarle llegar hasta él. Luego comencé a moverme arriba y abajo, relajando los músculos al bajar y contrayéndolos al subir. Era un placer inexplicable el que sentía en ese momento, pero quería más y más y entonces me quedé quieta y dejé que fuera Mario el que pusiera el ritmo mientras yo comencé a masturbarme tocándome el clítoris y cuando ya no pude aguantar más le dije que acelerase para poder tener el mayor orgasmo que había tenido hasta entonces, porque los orgasmos que había tenido habían sido o vaginales mientras hacía el amor, o con el clítoris mediante la masturbación, pero nunca por ambos lados y sabía que iba a estallar un volcán en el momento de llegar a él y justo cuando llegué no pude aguantar y di un grito de placer y Mario instintivamente, como pudo, me tapo la boca con las manos mientras él se corría dentro de mí.
Por fin llegó la hora mágica del final y comienzo del año, esa noche en la que se piden todos los deseos para el nuevo año y en la cual se olvidan todos los malos momentos y se recuerdan todos los buenos.
Había oído que si en el brindis de las campanadas de Nochevieja ponías el anillo que tu amado te había regalado dentro de la copa y brindabas con tu amado y te la bebías hasta el final ibas a tener un año pleno de alegría y felicidad junto a él.
Como yo quería pasar mucho tiempo con él, sin que nadie me viera hacerlo, me quité el anillo de los delfines que me había regalado Mario hacía unos días, lo metí en la copa y brindé con él, luego vacié por completo la copa y, para que nadie se diera cuenta que allí se encontraba el anillo, acabé con él dentro de mi boca, me lo saqué muy discretamente, lo limpié y me lo volví a poner.
Nada más brindar comenzó, como yo lo llamo, el desfile de besos y felicitaciones, es decir, que pasas por todos los invitados de la fiesta dándoles dos besos y felicitándoles el Nuevo Año. Lógicamente empecé por mis padres y luego seguí por los demás invitados hasta llegar a Blanca y Mario y finalmente acabar con Pedro, el cual, en vez de darme dos besos como todo el mundo, me cogió con ambas manos por la cabeza, se acercó a mi boca y me dio un tremendo beso en los labios que duró una eternidad y cuando nos separamos estaba tan sorprendida que no supe reaccionar de otra forma y le devolví el beso mientras todo el mundo no nos quitaba la vista de encima. Cuando nos volvimos a separar miré instintivamente a Mario y por la cara que puso no le debió de gustar nada lo que había visto y se fue de la sala.
viernes, 18 de febrero de 2011
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TODOS LOS CAMINOS ME LLEVAN HACIA ÉL (VII)
Nada más acabar el estupendo desayuno llamo a recepción para que me pidan un taxi, luego me pego una ducha rápida, me visto y bajo al vestíbulo, me voy a la entrada y me subo en el taxi que me está esperando para llevarme a casa.
Cuando llego es casi la 13:00, una hora perfecta porque mis padres no están en casa y no me van a ver llegar con el traje de fiesta. Me subo a mi habitación, me pongo el pijama y me meto en la cama a dormir un rato y a esperar a que lleguen mis padres y me despierte mi madre para comer como tantas veces lo ha hecho después de un día de fiesta.
Pasaron los días sin saber nada de él, no me hizo ni una llamada, y yo tenía miedo de hacerla y que se descubriese el pastel y así llego el día de Nochevieja.
Ese día comí con mis padres y luego me eche un rato la siesta y tuve un sueño estupendo, soñé que pasábamos los dos solos la Nochevieja en el mismo hotel que pasamos la Navidad y me desperté sudando tanto, del calentón que tuve con el sueño, que no tuve más remedio que pegarme una ducha.
Habíamos quedado en casa de Mario a las 21:30 para tomar algo antes de cenar por lo que pasadas las 20:00 me dispuse a arreglarme. Me peiné y me maquillé tranquilamente, sin prisas y a continuación me puse mi vestido dorado con unas sandalias también doradas. Para finalizar me puse la gargantilla y el anillo y bajé al salón para unirme a mis padres e ir los 3 juntos a la fiesta.
Como la casa de Mario y Blanca estaba en la misma urbanización, no muy lejos de la nuestra y aun era temprano, decidimos ir dando un paseo.
Eran más de las 12 de la noche cuando entramos en el hotel y Mario fue a recepción a por la llave de la habitación. Cuando la tuvo nos metimos en el ascensor y no pude aguantar más y me tiré a su cuello y empezamos a besarnos fogosamente y a quitarnos los abrigos. Continué desabrochándole la camisa y él subiéndome el vestido buscando algo más, pero enseguida tuvimos que parar porque habíamos llegado a nuestro piso, el 6º. Recogimos los abrigos del suelo y salimos del ascensor para dirigirnos a nuestra habitación, la nº 69.
Llegamos a la puerta y le cojo la tarjeta para abrir yo, pero antes de hacerlo le miro a los ojos y le digo:
L: ¿No quieres pensártelo de nuevo?
M: Ya está todo bien pensado
L: ¿De verdad? aún estas a tiempo de echarte para atrás, piensa en tu mujer.
M: La quiero y no quiero perderla, pero me he dado cuenta que a ti también te quiero y tampoco quiero perderte.
L: ¿Estas completamente seguro de lo que vas a hacer?
M: Sí, ¿por qué lo dices?
L: Porque ya no hay marcha atrás, esto ha sido preparado con premeditación y alevosía, no fue algo que surgió como la otra vez, es decir, que esto sí que está considerado como una infidelidad en toda regla.
M: Yo estoy completamente seguro de lo que quiero, pero ¿y tú?
Decidí no llamar enseguida para darles la contestación, sino esperar al día siguiente para intentar coger a Mario solo y poder hablar con él tranquilamente un rato, pero no hizo falta esperar tanto, alrededor de las 20:00 sonó el móvil y resultó ser Mario.
L: ¿Sí?
M: Hola Lucia, ¿estas muy ocupada?
L: Hola Mario, pues no, estaba leyendo un libro en mi cama
M: ¡Umm! ¿Y estás tú solita?
L: Sí
M: ¿Qué llevas puesto?
M: ¿Qué llevas puesto?
L: Una batita de raso, ¿qué está pasando por tu cabeza?
M: Estaba pensando en saltar los setos y escalar por el canalón hasta llegar a tu terraza, entrar en tu habitación, acercarme hasta tu cama, quitarte la batita, empezar a besarte, a acariciarte por todo el cuerpo y terminar haciéndote el amor muy suavemente.
Mientras me iba hablando me levanté de la cama y me acerque a la puerta que daba a mi terraza, abrí un poco las cortinas y vi a Mario en la calle justo enfrente de mí.
Pasaron los días y llegó el día de Nochebuena, que cómo todos los años, lo pasé con mi familia en casa de mis abuelos, al igual que la Navidad.

L: ¿Sí?, ¿dígame?
B: Hola Lucia ¡Feliz Navidad!
L: ¡Feliz Navidad Blanca! ¡Qué alegría oír tu voz!,
B: Claro, claro, con eso de que ya no sales con Pedro, has olvidado a los demás y ya no nos vienes a ver.
L: Tienes razón, hace tanto que no voy por tu casa, lo siento, uno de estos días me paso, tomamos café y charlamos un rato.
L: Tienes razón, hace tanto que no voy por tu casa, lo siento, uno de estos días me paso, tomamos café y charlamos un rato.
B: Pues, ¿qué te parece esta tarde? y así celebramos la Navidad. No te preocupes, no estará Pedro.
Eran alrededor de las 22:30 y lógicamente no había nadie. Mario abrió la puerta de entrada y la volvió a cerrar, y nos dirigimos a su despacho sin encender las luces por el camino. Ambos nos sabíamos el camino de memoria, él por ser su clínica y yo por haber ido muchas veces con Pedro.
En su despacho no tenía más que un butacón, pero en la sala de espera había un amplio sofá que nos vino de perlas.
Nada más llegar a la sala comenzamos a besarnos apasionadamente y a quitarnos la ropa uno al otro. Cuando estábamos completamente desnudos comenzó a besarme por todo el cuerpo y a continuación me tumbó en el sofá, me abrió las piernas y se puso a lamerme el pubis, luego me abrió los labios de la vagina y empezó a explorar con la lengua, no se dejaba ningún recoveco sin lamer y siguió con la entrada de la vagina y me metió la lengua dentro.
Me estaba haciendo gozar de placer, era increíble lo que estaba sintiendo, me estaba llevando al éxtasis. No pude más y me corrí en su cara, fue un orgasmo brutal.
A continuación subió hasta mi boca y continuó besándome en los labios y fue cuando yo entré en acción.
Empecé segundo de oftalmología y seguíamos viéndonos en las reuniones.
Todo parecía igual pero no era así, notaba diferente a Mario cuando nos quedábamos solos tomando algo o cuando me ayudaba con algún trabajo para la facultad, pero lo deje correr.
Yo me sentía muy bien a su lado, me bastaba con verle 2 ó 3 días a la semana.
Notaba como el corazón se me aceleraba cuando estaba a su lado o cuando simplemente hablaba con él por teléfono para quedar para ayudarme con un trabajo.
Pasaban los días y notaba raro a Mario, notaba que estaba incomodo a mi lado, pero no me rehuía ni me ponía excusas para no vernos, ni siquiera faltaba a las reuniones.
Sabía que le pasaba algo conmigo pero no estaba segura de lo que era hasta que llegó Diciembre y con él mi cumpleaños.
El 17 de Diciembre cumplí 19 años y ese año cayó en martes y como cada martes y jueves fui a la reunión de lectura, y como cada martes y jueves Mario estaba allí, esperándome en la entrada, sonriendo.
Me llamo Lucia y os quiero contar mi historia.
Tengo 35 años, soy castaña clara, tengo los ojos verdes y mido 1,72 m., estoy casada desde hace 5 años y tengo un niño y una niña y vivo en Valencia.
Mi historia comienza el día que conocí a Mario, el padre de mi mejor amigo.
Pedro y yo habíamos crecido juntos, nos conocíamos desde 1º de EGB y en ese momento estábamos en la adolescencia.
Teníamos 15 años y como el roce hace el cariño, empezamos a tontear, que si un beso, que si una caricia, total que comenzamos a salir como medio en broma medio en serio.
Aunque nos conocíamos desde pequeños, yo aún no conocía a su padre ya que siempre estaba ocupado con su trabajo, es cirujano oftalmólogo y tiene una clínica en pleno Valencia.
Un sábado Pedro me dijo que sus padres nos invitaban a comer a un restaurante para celebrar el cumpleaños de su padre. Fue un 17 de Octubre y fue cuando conocí a su padre, Mario, y esa primera visión de él se me ha quedado grabada en la mente; 35 años, hermoso, alto, tostado al sol, músculos definidos, pelo castaño y bellos ojos azules, con una sonrisa deslumbrante. Me quedé con la boca abierta y todos se rieron de mí, fue entonces cuando me di cuenta de dónde había sacado Pedro su atractivo físico.
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